Día Internacional de la Traducción, powered by human thought
Hoy, 30 de septiembre, es el Día Internacional de la Traducción. Para celebrarlo, me gustaría hacer un repaso de cómo ha sido para el sector este último año desde esta misma fecha y explicarte por qué pienso que vivimos hoy más que nunca en unos tiempos similares a los de San Jerónimo.
¿Empezamos? 👇
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A finales del siglo iv se empezaron a hacer de cualquier forma miles de traducciones al latín de los textos sagrados, ya que el pueblo no entendía los textos oficiales en griego. A pesar de que la traducción estaba vista como una traición al original, era imperativo ofrecer una versión que permitiese entender la palabra de Dios. El Papa Dámaso i no podía permitir que se usasen criterios diferentes en las traducciones de los textos sagrados ni que se truncase la calidad con imperfecciones e incorrecciones. Aquí es cuando entra en escena Jerónimo de Estridón, quien dominaba el latín, el griego y el hebreo por ser un erudito dedicado al estudio y a la vida espiritual. A él le encargó el Papa traducir la Biblia al latín.
Jerónimo no partió de la versión en griego que entonces se usaba (es decir, no usó el griego como lengua pivote como ahora hacen muchas empresas con el inglés), sino que se remontó a los textos originales en hebreo.
Su traducción, la Vulgata, no solo se convirtió en la versión oficial de la Biblia, sino que también fue la base para la vida litúrgica y cultural de la Edad Media.
San Jerónimo falleció un 30 de septiembre y es por eso que en esta fecha celebramos el Día Internacional de la Traducción. ¿Qué mejor día para mantener viva la dedicación y el valor de nuestra profesión?
Hoy vivimos una situación parecida a la de aquellos tiempos. Parece que hasta cualquier programa te pueda sacar tus textos en otro idioma. Pero quien aprecie la calidad de su obra, como hizo el Papa Dámaso i, encargará una traducción para que marque, impacte y resuene.
«La sensibilidad humana es la clave para que cada traducción mantenga su esencia y su autenticidad».1
¿Cómo sería un mundo sin Jerónimos?
Hace justo 365 días los memes de San Jerónimo trabajando en una habitación de su casa, entre libros y junto a un felino tenían un toque reivindicativo diferente al de otros años. Por nuestro día, las traductoras compartíamos verificadores de que no somos robots, sellos que garantizan que nuestras traducciones están hechas con inteligencia humana y frases como «la traducción será humana o no será».
Ya no nos preguntamos cómo sería el mundo sin la traducción, sino cómo será el mundo sin la traducción humana, y qué sería de la IA entonces. ¿Cómo sería un mundo sin Jerónimos?
«Las traductoras captamos la sensibilidad, los matices, la cultura, las referencias, el tono, los dobles sentidos y muchos más aspectos para que el lector o el espectador disfruten esa obra como si fuese la original».2
¿Y si no nos podemos dedicar a nuestra vocación?
El año pasado, la sección de Traductores de la Asociación Colegial de Escritores de España nos compartía su manifiesto por la supervivencia de la traducción editorial. A pesar de que la facturación del sector va en aumento, para lo cual la traducción es una pieza fundamental, las condiciones económicas de las traductoras son las mismas que hace 20 años.
Se supone que somos nosotras las que establecemos las condiciones en las que trabajamos, porque somos nuestra propia empresa, nuestra propia jefa, pero desde aquí confieso que no siempre nos podemos permitir hacerlo. Sí, tan complejo como lo lees.
El sector de la traducción está compuesto en su mayoría por trabajadoras por cuenta propia, de modo que las regulaciones laborales no tienen a penas impacto. Son las decisiones individuales las que van conformando la realidad de nuestro mercado. Decisiones como dejar de contratar a quien sube su tarifa para buscar a otra persona que trabaje por menos.
¿Una persona que trabajase por menos hubiese logrado lo que hizo San Jerónimo? ¿Lo hubiese podido hacer si no hubiese sido sacerdote y erudito? Pues su sustento (alojamiento y comida) estuvo cubierto por el papado y, posteriormente, por los monasterios en los que vivió. Así pudo dedicar su vida entera al servicio de la Iglesia, a su vocación. Siglo iv.
En 2025, por la naturaleza de nuestro trabajo, negociamos individualmente con empresas multinacionales y esto nos coloca en una situación de desventaja y soledad. Nuestros clientes potenciales tienen más poder para imponernos condiciones, porque si no lo haces tú, lo hará otra persona, y recibimos casi a diario mensajes sutiles y aplastantes que terminan en un «si no estás de acuerdo, no podremos trabajar más contigo», ya hayas pasado una prueba de traducción, lleves años trabajando con ese cliente o gracias a ti ellos consiguieron que los suyos estuviesen contentos.
Nada nos ampara, en España no hay colegio que regule y la Ley de Defensa de Competencia nos impide negociar de forma colectiva.
Ellos excusan sus pecados y nosotras perdemos la fe
Nuestro trabajo, si está bien hecho, es invisible, pero nosotras no lo podemos ser.
Algunos utilizan esta situación para salir de cara a la galería con la excusa de «es que no hay suficientes traductores» mientras rechazan nuestra mano tendida.
Lo que no hay es tanta gente formada, con experiencia y en activo que acepte tarifas irrisorias. Parece mentira que sepan que somos nosotras quienes nos pagamos la seguridad social, que somos nosotras quienes nos costeamos la formación y que somos nosotras quienes debemos elaborar un plan para poder irnos de vacaciones con tranquilidad. Mientras tanto, algunos siguen excusando sus actitudes ultracapitalistas e inmorales y esto hace a cualquiera perder la fe.
Los resultados de la encuesta ELIS 2025, presentados en marzo, lo confirman: solo el 57% de quienes respondieron obtiene ingresos suficientes como autónoma.
El informe también señala una preocupante fuga de conocimiento que todas hemos vivido a través de nuestra propia piel o de compañeras cercanas. Advertía que el 23% de las personas encuestadas se planteaba poner fin a su actividad como autónomas.
Que la demanda ahora sean traducciones baratas (lo de buenas y bonitas pesa sobre la consciencia de quienes a esto nos dedicamos), ha provocado que compañeras veteranas estén ya cansadas de luchar por este trabajo. ¿Vale la pena seguir defendiendo nuestra profesión?
¿Cómo sería un mundo sin traducciones humanas, sin Jerónimos que puedan dedicar su vida a su vocación por los idiomas y la traducción?
Mientras departamentos enteros, autoras y guionistas siguen dedicando tiempo y esfuerzo a elegir los matices, los colores, los tonos de sus obras, cada vez parecen ser más quienes buscan agilizar la traducción con una inteligencia artificial que ni entiende de términos ni entiende de emociones. Una artificiosa inteligencia que se sustenta por el trabajo precario de muchas profesionales que están detrás de tales herramientas porque no les llega con otros encargos para vivir de este arte. ¿O crees que estas funcionalidades mejoran únicamente por la gracia divina?
Disculpa la grosería, pero las traductoras nos estamos convirtiendo en las vacas apresadas con tubos succionándonos las tetas para extraernos la leche que necesitan para crear y vender estas herramientas y traducciones como churros. Lo sé. Sé que tú no nos tratas así ni quieres que se trate así a las personas. Simplemente es una cuestión de ser conscientes y de reconocer que nos estamos equivocado: no es de profesionales de lo que hay que ayunar para derribar las barreras de los idiomas y las culturas.
«Por una traducción hecha por y para humanos, sin posediciones, IA ni la tuerca que las parió».3
Los genios no deben morir
No era de artistas de lo que había que abstenerse.
Si eres de los que se queja de que hay un retroceso cultural y una peor calidad general en todos los sectores, date cuenta: no es culpa de las nuevas generaciones. Quienes le están abriendo las puertas y acomodando el asiento a la IA llevan bastantes años atándose la corbata (o en su momento compraron demasiados NTF y ahora están intentando surfear la siguiente ola en un mar tan poco real como el de Aqualandia).
Nadie estudia traducción porque de peque le gustase corregir al Traductor de Google. Eso es algo que estos señoros nos han obligado a aprender a hacer para poder ser traductoras de mayor y poder acercarnos a ese ideal de tener dónde vivir y algo que llevarnos a la boca; para poder vivir de nuestra vocación como hizo San Jerónimo.
Como dice la canción:
Dalí se desdibuja, tirita su burbuja al descontar latidos.
Dalí se decolora, porque esta lavadora no distingue tejidos.
Él se da cuenta y asustado se lamenta: los genios no deben morir.
Solo una persona dedicada, como San Jerónimo, podía estar detrás de una obra maestra como la Biblia en el idioma que habla, entiende y hace latir el corazón del pueblo.
La traducción, en todas sus especialidades, es un arte. Es un trabajo creativo siempre. Y de aquí no me baja nadie.
Tenemos el trabajo más bonito del mundo y esa es la clave para tu proyecto.
No sé si necesitas la rapidez de la IA, pero estoy segura de que tu obra reluce cuando la miman, y ese es el valor que aportamos.
Las personas seremos quienes den vida a tus ideas.
¡Feliz Día de la Traducción!
Publicación del 30 de septiembre de 2024 de Natalia Castelli (@naticastelli.tranlations) en su cuenta de Instagram.↩︎
Publicación del 30 de septiembre de 2024 de @bbo_subtitulado en Instagram.↩︎
Publicación del 30 de septiembre de 2024 de Javier Pérez Alarcón en su cuenta @javipalarcon de Instagram.↩︎
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